Siempre me lo habían dicho pero nunca había querido creer en ello. Quizá porque las palabras son mi fuente de inspiración, de desahogo, de comunicarme, de empatizar con otras personas, de dejar volar mi imaginación.
Pero muchas de tus palabras han llegado, con un mensaje que tus acciones han corroborado como vacío, con un mensaje que no contenía más que ceniza.
Quizá sea la cantidad de intención que llevan esas palabras detrás la que hacen que venzan al testarudo viento, permaneciendo con todo su significado en el corazón de tu receptor.