Las historias ayudan a calmar nuestros corazones. Bien porque nos identificamos con ellas, porque nos relatan miserias peores que las nuestras o porque, al menos por un pequeño periodo de tiempo, nos muestras lugares magníficos, personajes inolvidables o aventuras trepidantes.
Calman nuestros corazones porque nos recuerdan que siempre hay algo por lo que merece la pena seguir adelante, luchar y... ser felices.
Y dejan la mejor huella en ellos: una simple, sincera y cálida sonrisa.
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